top of page

Adicción

La palabra adicción en su raíz etimológica nos muestra claves acerca de dónde está el problema y donde la solución ante una adicción. Adicción es el efecto (“ción”) de lo no dicho, negación (a), “dicción” (decir), que también puede interpretarse con el prefijo “ad” (hacia), como “hacia la dicción”.


Tal vez ya sabes que la vía más rápida para dejar una adicción es cambiarla por otra adicción, pero esto no disuelve el problema, por más que la nueva adicción no sea tan nociva como la anterior. Ese cambio de una adicción por otra no es solución, sólo es un parche, un cambio de hábito que te servirá hasta que la nueva adicción sea tan problemática como lo anterior.


La palabra adicción nos muestra que no es el hábito en sí el problema, sino que hay algo más que rige sobre el hábito: lo que no decimos. Entonces ese hábito, que puede o no volverse una adicción, tiene una función: la de tapar lo que no decimos.


Nos adentramos en esta pena y no salimos

es que estamos solos con este ensueño,

la pesadilla no está en la fuga

sino en quedarse en el encierro [1]


Haber empezado a fumar desde muy jóven generó que a mis 22 años mi cuerpo diera ciertas señales de que debía atender a mi salud. Una madrugada en la que me levanté ahogado, casi sin aire, haciendo fuerza para llevar aire a mis pulmones, me dije que desde esa noche no fumaría más. Lo logré durante un tiempo y luego de 3 meses estaba fumando otra vez. 


Lo que me llevó a convencerme de dejar el cigarrillo definitivamente fueron distintas situaciones cotidianas que tiempo después logré ordenar.


Primer situación: si volvía a fumar tenía que pagarle una apuesta a un amigo, y yo no estaba dispuesto a perder la apuesta. No por el dinero que tenía que pagar por esa apuesta, sino por que hay un automatismo en mi que me lleva a no querer perder, y esa competencia en forma de apuesta jugó a mi favor en esa situación.


Segunda situación: empecé a hacer deporte en continuidad luego de muchos años. Hasta los 13 años jugué mucho al fútbol y a muchos otros deportes, casi en el mismo momento en que empecé a fumar dejé de darle continuidad a las actividades deportivas que hacía.


Tercera situación: afuera me encontré con eso mismo no resuelto en mi, en un lugar mucho más exagerado, agraviado y notorio.


Al mismo tiempo en que en mi mente rondaba diáriamente la decisión de dejar de fumar, empecé un nuevo trabajo como acompañante terapéutico en un hospital de día, y fue en ese lugar de trabajo donde me encontré de frente ante la “a / dicción”.


El primer paciente al que acompañé era un jóven que tenía casi mi edad, que había viajado desde la provincia de Salta (norte Argentino), para realizar su tratamiento, y que tenía una característica muy particular: no hablaba, y no por que tuviera un problema biológico. Solo emitía muy pocas palabras: si, no, su nombre, y no mucho más.


Esa “a / dicción” (lo no dicho) que yo no resolvía en mi y que pretendía tapar con el cigarrillo, me venía a buscar, me encontraba de frente con lo no dicho también en el trabajo, en alguien que no emitía palabras. Ese espejo que es el universo me reflejaba, me mostraba algo que yo en ese momento no veía y menos aún entendía.


Al igual que en cada uno de los escritos aclaro que esta interpretación no es algo de lo que me di cuenta en ese momento, en ese tiempo jamás hubiera pensado que había una relación entre mi adicción y encontrarme con alguien que no hablaba. Esa relación entre situaciones (lo idéntico en lo diferente y lo diferente en lo idéntico)[2] es algo que logro ver ahora, más de 14 años después, detectando un mismo hilo conductor.


Encontrarme con alguien que no hablaba yo no lo entendí “conscientemente” en ese tiempo, pero mi inconsciente claramente sí anotó algo de esa situación, y sin dudas fue el empujón necesario para concretar lo que también es un Resultado: no fumar.


Esa adicción que creía que era mía claramente era algo que estaba en mi pero no era mío. Se evidencia así que no se trata solamente de la química del producto, sino de algo inconsciente que rige sobre la situación, y que si nosotros logramos poner en palabras eso inconsciente y ordenarlo hacia lo que deseamos en nuestra vida, esa decisión tiene más peso en el inconsciente y puede llegar a variar algo tan enraizado como lo es una adicción.



Esas situaciones no hay dudas que fueron casualidades, que se dieron todas juntas en un mismo momento, y que fueron la razón por las que logré no fumar.


En occidente desvalorizamos y desprestigiamos las casualidades, nos han enseñado que lograr algo por casualidad tiene menos valor. En las culturas originarias que más aportes han brindaron a la humanidad (India, Maya, Egipcia, Inca, Grecia, China, Sumeria, Celta y muchas más) las casualidades son sagradas, están directamente relacionadas con conectar con lo divino, y esas culturas enseñan qué uso tienen las casualidades. [3]


Si esas casualidades se presentaron en ese momento es por que para mi en ese tiempo mi Resultado, aún sin conocer el uso de esa herramienta, era no fumar, y eso era para mí más importante que cualquier otra cuestión. Toda mi vida convergía en lograr ese Resultado y las casualidades se presentaron en el momento exacto para asistirme.


Decía antes que “entonces ese hábito, que puede o no volverse una adicción, tiene una función: la de tapar lo que no decimos”, y también mencioné que la palabra misma adicción nos muestra tanto el problema como la solución, entonces queda en tus manos reconocer qué es eso no dicho que pretendes resolver con un hábito, así como también te toca decidir hacia qué dicción te diriges.  


***Juan Ignacio Costoya***


 

[1] Contra Adicción, Estaciones de Tinta Negra, Napoli.Vera, Editorial distal.

[2] Puede recorrer más acerca del uso de esta herramienta en “El Otro Camino”, de José Luis Parise

[3] Me remito a: Casualizar, José Luis Parise, Edición de los Cuatro Vientos

67 visualizaciones1 comentario

Entradas recientes

Ver todo

Altruismo

bottom of page