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La Prueba - Hunaphu y Xlabanque

Actualizado: 10 ago 2021

En todos los proyectos hay momentos en los que nos encontramos ante situaciones que podríamos nombrar como sombrías, donde la confusión, el miedo, lo desconocido, lo peligroso, lo oscuro, se presenta, para hacernos retroceder.


Desde hace más de doce años trabajo también en proyectos sociales en contextos vulnerables, en dónde muchas veces las condiciones generan una cierta sensación de inseguridad y peligro, por la violencia latente en un lugar, por el desconocimiento, por la desconfianza. Aunque queramos negarlo esas sensaciones sombrías se presentan, y aprender qué hacer ante las sombras propias y ajenas, es también parte crucial de la planificación y la gestión de proyectos.


Si bien las condiciones pueden determinar que ciertas situaciones sean más o menos sombrías (y está claro que no es lo mismo hablar de la sensación de peligro en un contexto donde prima la violencia en lo real), lo cierto es que en todo proyecto hay momento en los que todo queda envuelto en un manto sombrío del que pareciera que no hay salida posible.


En muchísimas culturas a ese lugar se lo que se conoce como el “inframundo”, pero el inframundo no desde una concepción religiosa, que lo define como el lugar dónde se polariza todo lo que está “mal”, lo que debe ser castigado, sino el inframundo como lugar dónde se presenta lo oscuro, lo desconocido, lo temido.


“Se sabe que en lengua maya infierno es Metnal y el dios de los muertos es Yum kimi y en el calendario el día señalado a la muerte es Cimi o Kimi; el diablo es Cizim o Kabaz-beaZ: cosa muy mala. Por su parte el Popol-Vuh señala como mundo inferior el Xibalbá…lugar donde se desvanecen los espectros, las sombras, donde se desintegran y desaparecen los cuerpos y donde residen los hombres que han dejado de existir”.(1)


En el segundo libro del manuscrito llamado de Chichicastenango, o sea "El Libro del Consejo" más conocido por "Popol-Vuh", aparece la figura de Xibalbá como regente del inframundo, representado en 5 casas. Estas cinco casas son las que atravesaron dos héroes, Hunaphu y Xlabanque, al vencer en un partido de Tachtlí (juego de pelota) a los señores de Xibalbá, logrando así liberar a sus tíos, que se transformaron en el sol y la luna.


Los mitos de estas culturas nos relatan que el humano tiene prohibido entrar al inframundo, y que los que sí han logrado entrar y salir con vida, atravesaron diversas pruebas que implican encontrarse con lo más temido, el horror, ese fantasma que a cada uno le significa un borde.


Esas sombras que no queremos considerar se presentan igual en nuestros proyectos, en forma de pruebas, situaciones en las que de lo que se trata es de qué hacemos ante lo que nos espanta. Nos enteramos siempre de los líderes o directores de proyectos que han logrado atravesar eso que para ellos representaba su mayor miedo, y son pocas las veces en las que nos enteramos de quiénes se han encontrado con ese fantasma y han dado el paso atrás.


Si la sombra se presenta siempre, en cada caso, más allá del momento en la vida en el que se presente, lo primero que nos está mostrando el mito de Xibalbá es que ese fantasma que creemos que está afuera, es en realidad, un espejo de lo interno.


Son varias las situaciones particulares que podría contar en las que me encontré en serio peligro, y todas y cada una de esas situaciones me enseñaron que quién no estaba considerando desde dónde entraba a esas situaciones, a esas pruebas, era yo. En esta oportunidad elijo para retratar lo que estoy ubicando, algo que no habla de situaciones de peligro en lo real, pero que aún así a veces esas situaciones son hasta más atemorizantes que lo peligroso en lo real.


Antes del inicio de la pandemia inicié a trabajar en la implementación de una plataforma de CRM (Customer Relationship Management - Gestión de la Relación con el Cliente) dentro de un proyecto de urbanización. No soy alguien que trabaje en sistemas, datos o ventas, menos aún alguien que conoce específicamente de plataformas de CRM, por eso para mi involucrarme en este proyecto representaba un miedo en particular, porque veía la la utilidad de lo que emprendíamos, pero mi desconocimiento sobre el tema era enorme. Lo que más me frenaba era el hecho de pensar que “no sé” acerca de lo que implica por ejemplo, crear un modelo de datos, o que “no tengo” herramientas con las cuáles pensar el desarrollo de una plataforma de CRM. En contraste hay algo que sí conocía, el proyecto de urbanización y los equipos con los que que implementaríamos esa plataforma. También conocía y reconocía mi deseo de mejorar los procesos de todo el proyecto de urbanización. Es así que dos años después sigo aportando al desarrollo de esta plataforma, que logramos implementar contra todos los pronósticos y que cada vez desarrollamos en más niveles, yendo más allá de muchos que intentaron hacer lo mismo durante más de 4 años, y no lo lograron.


Lo que para mi representaba las sombras es que yo “no sé” y yo “no tengo”, dos afirmaciones con las que rápidamente nos convencemos a nosotros mismos de que “es mejor no avanzar y quedarnos en lo conocido”. La prueba está en que, en cada reunión que realizábamos yo me las tenía que ver de frente ante ese “no saber” y “no tener”, con muchísimas personas que sí conocían del tema. Hoy puedo decir que cada vez comprendo más de lo que implica el desarrollo de una plataforma de CRM, al mismo tiempo que logro aportar desde mi lugar cuestiones que van más allá de lo técnico y de la formalidad de quienes más conocen del tema.


Jamás me creería héroe por esto que les estoy contando (como se relata en el mito de Hunaphu y Xlabanque), se los comparto como un relato de una situación que nos permite ver en acción las dos palabras que hasta ahora recorrimos. Las pruebas están ahí para mostrarnos que siempre va a existir algo que está en sombras en nosotros, y que si no consideramos las sombras -las que vemos y las que aún no vemos también- esas pruebas pueden lograr que desistamos de lo que queremos alcanzar. Esas sombras pueden ser propias o ajenas -a cada quién le toca aprender a diferenciar lo propio de lo ajeno- y están ahí para enseñarnos algo.


Sí reconocemos que esas sombras existen y existirán siempre, como el ego -que determina desde antes nuestros pensamientos y nuestras acciones-, una buena vía para anticiparme a las pruebas que puedan surgir, es llevarme yo mismo a esas situaciones, antes de que algo más decida por mi ponerme de frente ante esa prueba.


Es muy llamativo que el mito nos relate que la vida y la muerte, el lograr atravesar o no el inframundo -Xiblabá-, dependía de algo como el Tachtli, un juego. ¿Será que tal vez todo lo que nos toca resolver se presenta en forma de juego? Esa es una de las interpretaciones que se le ha dado a este mito. Otra interpretación nos dice que, la decisión entre la vida y la muerte está en todos lados, incluso en un juego, ya que en cada lugar tenemos la oportunidad de evaluar qué es lo que hacemos ante las situaciones de la vida cotidiana. ¿Somos éticos con lo que decimos?, ¿sostenemos nuestros objetivos hasta alcanzarlos? o nos limitamos a hacer las cuestiones por que Otro nos ha dicho que son así. Yo elijo pensar el mito desde el lugar que me invita a preguntarme a mi mismo si yo hago lo que digo que voy a hacer, y eso me exige considerar lo que digo incluso en situaciones tan cotidianas como un juego.


El juego no es más que un escenario más en el que se pone en acción lo mismo que en la vida cotidiana toda. Si esto es así entonces también comprendemos que en la vida no hay áreas y no hay problemas, sino que es una misma sombra la que se nos presenta de diversas formas, en el trabajo, en la familia, en el club, en la calle, y en cada situación tenemos la oportunidad de convertirnos en héroes ante esa sombra.


Los héroes del mito, Hunaphu y Xlabanque, vencieron a los maestros de Xibalbá demostrando que hay quienes no se frenan ante los más terroríficos fantasmas. Fueron más allá de las sombras para liberar a sus tíos, dos dioses que una vez liberados se transformaron en el sol y la luna, que están ahí para recordarle al humano que los dioses son inmortales porque han triunfado en la tierra de los muertos.


Los hombres son dioses muertos

De un tiempo ya derrumbao

Ni sus sueños se salvaron

Solo la sombra ha quedao

(2)


***Juan Ignacio Costoya***


 

(1) El Plano o Mundo Inferior. Mictlan, Xibalbá, Nith y Hel. Vicente T. Mendoza.

(2) Guitarra Dímelo Tu, Atahualpa Yupanqui

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